La Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños(as) Productores(as) y Trabajadores(as) de Comercio Justo (CLAC) tiene como uno de sus ejes principales de trabajo la equidad de género y trabaja de la mano de sus organizaciones miembros para lograrlo.
En el año 2000, 191 países miembros de Naciones Unidas acordaron 8 puntos – conocidos como Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM)- que los países debían comenzar a trabajar e intentar cumplir para el 2015. Las mujeres estaban incluídas en el objetivo número 3 que decía “promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer”.
Las cosas empezaban a moverse y ordenarse en el mundo.
Pero aún faltaba. Llegado y pasado el 2015, y todavía con mucho que lograr, los estados acordaron una nueva agenda: esta vez se llamarían Objetivos para el Desarrollo (ODS). Son 17 y hay tiempo hasta el 2030 para ver la mayor cantidad de resultados.
El ODS 5 es “Igualdad de género”.
El comercio justo, que tuvo sus primeras experiencias a fines de 1940, cuando en algunos países de América Latina las mujeres ni siquiera votaban, hoy es aliado de 11 ODS y claramente, muy aliado del 5.
De ellas.
De nosotras.
En la mesa y en el campo
CLAC es un claro ejemplo del trabajo que hay detrás para poder cumplir este objetivo tan importante para las mujeres, y sobre todo, para quienes trabajan en lugares históricamente predominados por hombres como la siembra de café.
El trabajo se hace en la mesa y en el campo.
CLAC cuenta con una política de inclusión de género que proporciona estrategias para avanzar en la transversalización de la equidad de género y para estimular a que las organizaciones asociadas la usen; algo, que de hecho, hacen.
Las organizaciones miembros de CLAC están integradas por hombres y mujeres, aunque éstas todavía representan un porcentaje menor.
Sin embargo, en algunos lugares, aunque en desigualdad numérica, caminan fuerte.
En Guatemala, organizaciones de pequeños(as) productores(as) de café trabajan en equipo, hombres con mujeres y mujeres con hombres, y las mujeres no solo participan en la producción: cortar, moler o lavar el café, sino que también integran juntas directivas o son presidentas de comités.
Sus padres trabajan, sus hijos se cuidan. Sus productos también tienen su sello. Uno de ellos es el café I Xcapeh; su empaque dice en letras blancas “café de mujer”. Sin duda es hecho por manos que saben cuidar.
En acción
Para implementar la política de inclusión de género –y que ésta llegue a las asociaciones – CLAC ha definido distintos objetivos.
Uno de los puntos es sensibilizar a hombres y mujeres de las Organizaciones de Pequeños (as) Productores (as) y Trabajadores (as), Coordinadoras Nacionales, Redes de Productos, personal técnico y juntas directivas, sobre la importancia de trabajar por la equidad de género, bajo los principios y valores del comercio justo.
Otro es motivar a las organizaciones para que se impulse la transversalización de género en sus marcos normativos, estatutos, políticas, presupuestos e impulso de acciones afirmativas para las mujeres.
Y el tercero es fortalecer el liderazgo de las mujeres para el ejercicio de sus derechos y responsabilidades como asociadas dentro de las organizaciones.
Esos tres objetivos, en la práctica son pasos enormes.
María Cielo Gómez vive en México y es presidenta de Mujeres en Acción para el Desarrollo Sustentable.
Se presenta como una orgullosa representante de un grupo de mujeres que se dedican a la cosecha y venta de su café.
Allí trabajan socias, esposas, hijas, Se capacitan, sus hijos(as) se educan, y hasta cuentan con una caja de ahorro para obtener préstamos cuando los necesitan.
Quizás esta historia es impensable sino hay comercio justo detrás.
Quizás, esto es lo que significa para CLAC ser una mujer latinoamericana cortando café en la montaña.
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